lunes, 31 de diciembre de 2007

sobre finales: fragmentos de Óscar Cornago

Fragmento de “Entre historia y naturaleza: la búsqueda de lo real (una introducción a la obra de Beatriz Catani)”, ensayo de Óscar Cornago, Ediciones Artes del Sur, 2007


… En Finales los cuerpos se acentúan por medio de acciones físicas que se reiteran en el tiempo, ocupando el centro de un espacio que, como el plano temporal, inmediato y real, se reafirma a sí mismo por encima de cualquier otra referencia extraescénica….
… la repetición de un movimiento sin finalidad aparente más que el hecho de moverse, repetir una y otra vez la misma afirmación, la misma pregunta, insistentemente —"¿Soy fea? ¿Soy fea? ¿Soy fea? ¿Soy fea? ¿Soy fea?"—, listados de enfermedades de las que se preguntarán si tendrán o no en el futuro, catálogos de finales, juegos triviales como jugar con la pelota o hacer pompas de jabón, tirarse unas a otras de los elásticos del corpiño y la bombacha, mientras dicen: "Pasividad del género", hasta llegar al daño físico, o el acto de masturbarse… El carácter excesivo de estas acciones, desbordadas de realidad, como la propia agonía de la cucaracha, abren una fisura, un vacío sobre el que se termina levantando una pregunta acerca de ese aquí y ahora, levantando un interrogante sobre la mera posibilidad de un sentido — ¿”Qué pasa? ¿Alguien sabe qué está pasando?”, se pregunta Julia—.
Esta reflexión teatral, girando en torno a ese presente físico y real de los actores, pero también de los espectadores, va construyendo una trama escénica, como también se terminaba generando en el teatro documental… Materia e historia, cuerpo y pasado, son convocados en la inmediatez de un mismo espacio construido a modo de accidentes, de finales que no consiguen cerrar la representación (de la historia),
A diferencia de lo que ocurría en la Trilogía, donde todas las posibilidades estaban ya predeterminadas por una historia (pasada), ahora, con Finales se abre un espacio donde se plantea la posibilidad de pensar algo, aunque no se sepa muy bien qué, empezar a pensar de nuevo. Más que a un proceso de negación asistimos a un acto de afirmación, que sólo de manera indirecta termina construyendo una historia, que nos habla una vez más de la naturaleza, de la naturaleza excesiva del instante, del presente, de un tiempo inmediato que da vida a los cuerpos para quedar luego arrumbado, detenido, en un pasado del que ya no se quiere hablar, aunque tampoco se niegue, mientras se sigue resistiendo (físicamente):

-“Dejar que las cosas pasen. Entretenerse, bah. Con la aceptación de no poder otra cosa. Una suspensión de la realidad, no enfrentarla, apenas una mínima resistencia para estar parada, para sostenerse, y seguir…. Como la cucaracha. Un estado de mínima vitalidad, lo mínimo para moverse... y está la esperanza...”-


(*)Óscar Cornago, Investigador de teatro y cine español.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Instituto de la Lengua Española. Departamento de Literatura

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